Mi amado:
Te escribo para decirte que te amo más que todo. Y cada día que amanece deseo que me llames, me hables de ti, de tus preocupaciones, de tus progresos, de tus perspectivas, pues ahí estoy: habitando en lo más profundo de ti.
Quiero recordarte que yo soy una presencia fuerte en medio de tus fragilidades. Soy alimento de tu alma para que vivas en comunión con los tuyos. Suavizo tu cansancio tan solo con una mirada. Te hago libre cada día para que encuentres esperanza y paz en tus más afortunadas realizaciones. Hago todo eso y más para que continúes siendo la más bella joya de mi creación.
Eres muy precioso para mí y para mucha gente también. Por eso, quiero cuidar de tu corazón, de ese tesoro valioso que es tu existencia. Sólo necesito que me aceptes en tu vida y dejes que yo ilumine tus pensamientos, equilibre tus sentidos y haga feliz tu caminar.
Quien donó su vida por ti.
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